domingo, 27 de mayo de 2007

Construyendo a Verónica

El pasado domingo estuvieron en el Teatro Gayarre Bramant Teatre, con la obra Construyendo a Verónica.

"Una obra que cambia el concepto tradicional del espacio escénico".

Esta obra está formada por 3 itinerarios: rojo, gris y azul; independientes entre sí y con un único nexo común: la aparición de una mujer muerta en la playa, con una cicatriz que indica que le practicaron una cesárea hace 20 años.

Nada más entrar al teatro, una persona nos da a elegir entre rojo y gris (azul no pudo venir a Pamplona por problemas de espacio). Me dan el rojo y me llevan junto a un grupo de 6 personas más hacia el escenario. En él hay un decorado formado por 8 mesas y nos sientan en una perteneciente al itinerario rojo.

Es extraño estar ahí arriba. Miro a las butacas vacías e intento imaginarme cómo se siente un actor al estar ahí ante un público pendiente de todos sus movimientos. A nosotros no nos observa nadie, porque nosotros somos el público, pero en vez de sentarnos en las butacas, subimos al escenario para formar parte del espectáculo.

Durante la obra, 8 actores van de mesa en mesa contándonos una historia relacionada con la mujer muerta de la playa, a la que llaman Verónica porque en la mano tiene un papel que dice: "Verónica, por favor, regálame 10 años más de felicidad". El itinerario rojo es más visceral, está relacionado con la cicatriz de la cesárea, con el hijo. Sin embargo, gris es más sentimental, son las personas que la vieron en la playa.

Algunos testimonios son realmente conmovedores. Otros, un poco falsos. Pero lo que más me gustó, fue la cercanía de los actores. Están ahí, hablándote directamente a tí, mirándote a los ojos y viendo tus reacciones. Están tan cerca que te dan ganas de interactuar con ellos, preguntarles cosas, abrazarles cuando lloran, mostrarles tu apoyo o tu desprecio, protestar o darles la razón. Y sin embargo, estamos tan acostumbrados a la concepción más clásica de teatro, que no nos atrevemos.

La obra en realidad no te aporta gran cosa. Cada persona te cuenta una historia, independiente, y que no aporta mucha información. Pero estamos ahí, escuchándoles como nos cuentan sus penas, sus dolores, sus sentimientos, sus secretos. Como dice una de las actrices, somos personas morbosas, a las que nos interesan demasiado los muertos. Eso sí, los muertos de los demás, pero a los nuestros que no nos los toquen. Y cuando se vuelve algo monótono, nos aburre, como sucede con las muertes de Irak donde 20 muertos en un día es ya una rutina. No, de esos no queremos saber. Queremos saber de Verónica, de lo que rodea su muerte, de si ha sido un suicidio o un asesinato o una muerte natural. Queremos saciar nuestra sed de morbo.

viernes, 18 de mayo de 2007

La Bicicleta


Un objeto, una bicicleta, será el nexo común de tres historias contadas de manera simultánea, pero que se desarrollan en diferentes momentos temporales. Mario (Sancho Gracia) es un anciano, ex-ciclista, que tiene un taller de bicicletas al que acude un día Ramón (José Miguel Sánchez), un niño de 12 años que hace de mensajero de anabolizantes para conseguir dinero. Ramón se queda fascinado con la bicicleta de Mario y éste decide cambiársela por la que tiene pinchada. Un día, cuando Ramón lleva un paquete a una casa, le roban la bicicleta.

Llegará entonces a manos de Julia (Bárbara Lennie), una chica de 20 años que ha dejado su pueblo para vivir en la gran ciudad, donde estudia chino. Julia es una chica con ilusiones, sueños. Esto, mezclado con el amor, hará que se una en un proyecto para lograr un carril bici seguro para todas las personas que se mueven en bicicleta. Trabajando como bicimensajera conocerá a Aurora (Pilar Bardem) a quien le dejará la bicicleta para que se la cuide mientras se va de vacaciones a Londres.

Aurora es una mujer mayor, que vive con su marido en un piso que van a derribar para construir un acceso del barrio al centro. Un día, descubre en la bicicleta una chapa donde aparece el nombre y la dirección del taller de la bicicleta. Será entonces cuando encuentre a Mario.

Son tres edades cumbres en nuestra vida: adolescencia, juventud y madurez. Y sin embargo las personalidades casi no se corresponden con estas edades. Ramón es un niño de 12 años que aparenta haber vivido demasiado para su corta edad. Sin embargo Aurora y Mario son dos personas adultas que están viviendo ahora su niñez (“montar en bicicleta es como volver a ser un niño”). Aurora se siente como esa niña que un día fue al montar en la bicicleta. Se junta con sus amigas para preparar pancartas para que no derriben su casa, decide ser feliz, y reencontrarse con su pasado. Y Julia es una chica llena de ilusiones y sueños, pero a la que le falta ese empujón para pelear por conseguirlos. Los fracasos, un trabajo donde le explotan, la falta de dinero o la soledad que siente al estar lejos de su familia hacen que pierda esas ilusiones y sueños. Pero Santi (Javier Pereira) será quien le de ese empujón a su bicicleta para hacer que vuelva a andar y se vuelva a sentir como una niña llena de vida pedaleando.

Es una película que nos anima a quitarnos los “ruedines” y empezar a pedalear para lograr aquello que buscamos. Nos anima a pelear por lo que creemos justo y a luchar por nuestros sueños. Y si nos caemos de la bicicleta, no debemos rendirnos, sino levantarla de nuevo y volver a montar.

sábado, 12 de mayo de 2007

Windows on the World

Muchos conocerán a Frédéric Beigbeder por obras como 13’99 euros o El amor dura tres años. No las he leído, aunque los comentarios que he escuchado o leído son bastante buenos.

Mi intención era leer El amor dura tres años pero el primero que encontré fue Windows on the World y creí que sería un buen comienzo para conocer a este autor.

No es un libro muy recomendable para personas susceptibles. Es un tema duro tratado con sarcasmo, humor irónico y bastante humor negro.

El 11 de septiembre de 2001, dos aviones se estrellan contra las torres gemelas de Nueva York. Carthew Yorston, cuarentón divorciado, lleva a sus dos hijos ese mismo día a desayunar en el Windows on the World, un restaurante del piso 107 de la torre Norte.

Carthew nos contará su experiencia durante el ataque, sus pensamientos, sentimientos...

El libro se divide en la perspectiva de éste y sus dos hijos y, por otro lado, en la del autor que está en el café Le Ciel de París, situado en el piso 56 de la torre Montparnasse, el edificio más alto de París.

Cada capítulo es un minuto. “El infierno dura una hora y cuarenta y cinco minutos. Este libro también”. El penúltimo capítulo está hecho a dos columnas, imitando las dos torres, para terminar en el último capítulo otra vez en una única columna.

Algunas partes del libro me han parecido demasiado superficiales. Otras un poco “fuertes”. Incluso a veces el autor se autocensura poniendo al final de algunos capítulos “(página cortada)”. A veces no se diferencia bien cuando está siendo sarcástico o cuando habla en serio.

Hay algún momento en el libro en que nos cuenta que se va a Nueva York y le avergüenza que noten que es francés ya que el enfrentamiento entre EE.UU. y Francia con la guerra de Irak hizo que los norteamericanos trataran mal a los franceses. Por ello se hace pasar por español, porque los españoles somos amiguitos, aliados!. En fin, esa es la imágen que tienen de nosotros...

No sé si esa parte la escribió con la intención de ser sarcástico, pero yo no pude evitar leerlo con ese sentido.

Al comienzo del libro dice que está harto de la propaganda anti-norteamericana y que este libro va a ser lo contrario.

Bueno, espero que esta sea una de esas partes sarcásticas del libro porque yo no lo he visto así. Creo que critica los aspectos negativos de la sociedad norteamericana así como su política pero a la vez demostrando su apoyo y sentimiento por la catástrofe sufrida. Creo que es así como muchos lo sentimos: puedes no estar de acuerdo con lo que hacen, pero aquel 11 de septiembre todos nos unimos en el mismo dolor.


Ahora espero encontrar un libro que hable sobre los numerosos atentados en Irak, porque creo que a todos se nos olvidan.

"Esta vez no había remedio, de repente todas esas cosas que yo no entendía, que no quería entender, la actualidad lejana que prefería evitar, en la que no quería pensar una vez terminado el telediario, todas esas desgracias me concernían, esas guerras venían a hacerme daño esta mañana, a mí y no a otro, y a mis hijos y no a los de otro, esas cosas de las que hacía caso omiso, geográficamente tan remotas, se convertían en los acontecimientos más importantes de mi existencia. Yo no quería tener derecho de injerencia en los Estados de los demás, pero los dramas del mundo exterior venían a ejercer su derecho de injerencia en mi vida, a mí no se me había perdido nada con los moros y los críos perdidos, drogados, jodidos, cubiertos de moscas asquerosas, pero acababan de meterse en mi casa, venían a matar a mis propios críos. Tengo que explicarles algo: me educaron en la religión evangélica, episcopalista y metodista de los Born Again Christians, que tiene 70 millones de adeptos en EE.UU., entre ellos George W. Bush. Nuestro credo es que los norteamericanos son el pueblo elegido. Europa es nuestro Egipto, el Atlántico es el mar Rojo y Norteamérica es Israel, ¿se hacen una idea? Washington = Jerusalén. La Tierra Prometida es ésta. <> ¡Las demás nos importan un bledo! ¿Que no quisiste saber nada de ellos en toda tu vida? Pues van a formar parte de tu muerte."

martes, 8 de mayo de 2007

Teatro


¡Socorro!¡
Teatro, ¡ayúdame!
Duermo. Despiértame.
Estoy perdido en la oscuridad, guíame, al menos hacia una pequeña vela.
Estoy perezosa, avergüénzame.
Estoy fatigado, levántame.
Estoy indiferente, golpéame.
Continúo indiferente, rómpeme la cara.
Tengo miedo, dame coraje.
Soy ignorante, edúcame.
Soy monstruosa, humanízame.
Soy pretencioso, hazme morir de risa.
Soy cínico, desconciértame.
Soy estúpido, transfórmame.
Soy perversa, castígame.
Soy dominante y cruel, hazme frente.
Soy pedante, búrlate de mí.
Soy vulgar, cultívame.
Estoy enmudecida, desátame.
Ya no sueño, trátame de cobarde o de imbécil.
He olvidado, arroja sobre mí la Memoria.
Me siento vieja y sosegada, haz que brinque la Infancia.
Me siento torpe, concédeme la música.
Estoy triste, busca la Alegría.
Estoy sorda, haz aullar al Dolor en plena tempestad.
Estoy agitado, haz que se eleve la Sabiduría.
Soy débil, ilumina la Amistad.
Soy ciego, convoca a todas las Luces.
Estoy sometida a la Fealdad, haz entrar a la Belleza conquistadora.
He sido reclutado por el Odio, otórgame todas las fuerzas del Amor.

Ariane Mnouchkine

domingo, 6 de mayo de 2007

Solaris

Continuando con las citas sobre los regresos, aquí dejo una de Solaris, de Stanislav Lem, que resulta muy sugerente (aunque esta vez, la necesidad no es de diferenciarse del resto, sino de todo lo contrario: encajar en un sitio tan diferente a ti):


"El regreso... ¿Qué significado tenía para mí? ¿La Tierra? Recordé las enormes ciudades bulliciosas, donde iría de un lado a otro, y me perdería, y pensé en esas ciudades como había pensado en el océano la segunda o la tercera noche, cuando quise precipitarme en las olas tenebrosas. Me ahogaré entre los hombres, me dije. Seré taciturno y atento, un compañero apreciado. Tendré que esforzarme en sonreír, saludar con una pequeña inclinación, enderezarme, ejecutar los miles de pequeños gestos que componen la vida en la Tierra, hasta el día en que esos gestos vuelvan a convertirse en hábitos. Encontraré nuevos intereses y ocupaciones, a los que no me daré por entero. No, nunca más me daré por entero a nada ni a nadie. Y quizá de noche miraré allá arriba la nebulosa oscura, cortina negra que vela el resplandor de dos soles. Y recordaré todo, hasta lo que pienso en este momento; con una sonrisa condescendiente, un poco pesarosa, rememoraré mis locuras y mis esperanzas. Y ese Kelvin del porvenir no valdrá menos que el otro Kelvin, aquel que estaba dispuesto a todo en nombre de un proyecto ambicioso llamado Contacto. Y nadie se atreverá a juzgarme."



jueves, 3 de mayo de 2007

Algo en Común (State Garden)


Algo en común, escrita, dirigida y protagonizada por Zach Braff, es una comedia romántica que no llega a caer en lo empalagoso. Sus personajes son peculiares, extravagantes, que le dan a la película ese toque de humor. Refleja esa necesidad de diferenciarse del resto.

Largeman (Zach Braff) es un joven actor de televisión en Los Ángeles, que un día regresa a su hogar en New Jersey para asistir al funeral de su madre. Su padre, psiquiatra, le ha estado recetando desde los 9 años medicinas que le hacen vivir en un estado “de coma” inconsciente de lo que sucede a su alrededor y sin apreciar verdaderamente la vida. Será cuando llegue a New Jersey cuando deje de tomar estos medicamentos. En ese momento descubrirá lo diferente que es del resto del mundo. Redescubre a sus antiguos compañeros que ahora se han convertido en un policía agresivo, un sepulturero, un captador para empresas de venta piramidal... Y conocerá también a Samantha (fantástica Natalie Portman). Será ella la que le despierte completamente a la vida. Una mujer tan original, que cuando se siente demasiado normal tiene que hacer algo que no haya hecho nunca antes nadie, para volver a sentirse bien. Una mujer divertida, optimista y llena de pasión por la vida. Ella le enseñará a reírse de la vida y a disfrutarla al máximo.

Otro tema importante que toca esta película es el retorno al hogar. Largeman lleva nueve años en Los Ángeles, echa de menos su cuidad, aunque la presencia de su padre haga que intente evitar volver. Sin embargo, cuando por fin regresa a Nueva Jersey, tiene esa sensación de que su casa ya no es su hogar. Lleva tanto tiempo fuera que ahora es un extraño entre conocidos.

“¿Sabes ese momento en el que te das cuenta de que la casa en la que has crecido ya no es tu casa? De repente, aunque tengas un sitio donde poner tus cosas, la idea de casa desaparece. [...] Es como sentir nostalgia de un sitio que ya no existe. [...] Y no volverás a sentir lo mismo hasta que crees tu propio hogar, para ti y para tus hijos, para la familia que formes. Es como un ciclo. [...] A lo mejor eso es una familia: unas personas que echan de menos el mismo lugar imaginario”.


En fin, que si fuera hombre, me enamoraría de alguien como Natalie Portman. Pero soy mujer, y si un hombre me dijera las cosas que dice Zach Braff... uf, también me derretiría. Jaja. Ahí va la recomendación para todo el que quiera pasar un rato agradable con una peli como ésta.


Y como llevo media hora peleándome con YouTube para subir el trailer y no lo consigo, aquí dejo el link mientras sigo intentándolo: