jueves, 8 de enero de 2009

La campana de cristal

Esther Greenwood vive encerrada en una campana de cristal que le impide ser libre. Busca constantemente ser ella misma, pero el contexto opresivo en el que vive le impide salir de esa campana. Poco a poco, a lo largo de su vida, intentará ir rompiéndola, liberarse de ella, hasta acabar ingresada en un centro psiquiátrico. El dolor que le supone afrontar la vida que le ha tocado vivir hará que busque desesperadamente el suicidio para acabar con esa tortura.

“Veía los días del año extendiéndose ante mí como una serie de brillantes cajas blancas, y separando una caja de otra estaba el sueño, como una sombra negra. Sólo que para mí la larga perspectiva de sombras que separaban una caja de la siguiente había desaparecido repentinamente, y podía ver día tras día resplandeciendo ante mí como una blanca, ancha, infinitamente desolada avenida.

Parecía tonto lavar un día cuando tendría que volver a lavar al siguiente.

El solo pensar en eso me hacía sentir cansada.

Quería hacer todo de una vez por todas y terminar”.
Ambientada en los años 50, nos describe a mujeres destinadas a casarse y a desempeñar trabajos “de mujeres”. Para alguien como Esther Greenwood, alter ego de Sylvia Plath, quien se autorretrata en esta novela, esto supone una condena. Una mujer inteligente, con expectativas de éxito en el mundo literario y con ansias de saber cada vez más, se ve limitada por la sociedad que le rodea, que le obliga a vivir enclaustrada dentro de una campana impidiéndole ser libre, ser ella misma.

“Y yo sabía que a pesar de todas las rosas y besos y cenas en restaurantes que un hombre hacía llover sobre una mujer antes de casarse con ella, lo que secretamente deseaba para cuando la ceremonia de boda terminase era aplastarla bajo sus pies como la alfombra de la señora Willard.

Así que empecé a pensar que tal vez fuera cierto que casarse y tener niños equivalía a someterse a un lavado de cerebro, y después una iba por ahí idiotizada como una esclava en un estado totalitario privado.”
A lo largo de la novela asistimos a la evolución psicológica de la protagonista. Desde lo que se podrían considerar los mejores momentos de Esther, hasta su decadencia a un estado maniaco-depresivo. (“Neurótica, ¡Ja! – solté una risa desdeñosa -. Si ser neurótica es decir dos cosas mutuamente excluyentes en el mismo momento, entonces soy endemoniadamente neurótica. Estaré volando de una a otra cosa mutuamente excluyente durante el resto de mi vida”).

Tal como describe Sylvia en esta novela, cuando estás encerrado en una campana de cristal, solo puedes respirar tu aire viciado. Y aún cuando consigas liberarte de ella, siempre penderá sobre tu cabeza, amenazando con descender y encerrarte de nuevo. Tu pasado será esa campana de cristal que te perseguirá hasta la eternidad. Puedes salir de ella, pero siempre te seguirá vayas donde vayas. (“Debería haber, pensé, un ritual para nacer dos veces: remendada, reparada y con el visto bueno para volver a la carretera”).

No hay comentarios: