sábado, 4 de abril de 2009

Casa de muñecas


Ayer se representó Casa de Muñecas, del noruego Henrik Ibsen, en la Casa de Cultura de Zizur. Bajo la dirección de Miguel Munárriz se nos mostró la historia de una muñeca que quiso salir de la casa en la que le encerraba la sociedad de entonces. “Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella la mujer no será humana” (Henrik Ibsen).

Nora está casada con Trovaldo, un abogado que acaba de ser ascendido a director de banco. Ambos están muy contentos de que por fin se hayan terminado las penurias económicas y puedan vivir holgadamente. Es Navidad y se presenta en su casa Cristina, una vieja amiga de la infancia de Nora que se acaba de quedar viuda y necesita encontrar un empleo. Cristina es una mujer que ha logrado mantenerse a sí misma, trabajando y siendo independiente, sin embargo ansía un hombre al que dedicarle todo su amor y trabajo, al revés que Nora.

Nora le confesará a su amiga cómo hace años salvó la vida de su marido pidiendo un préstamo; y que ahora el hombre que le dio el préstamo le chantajea para mantener su puesto de trabajo. La reputación de su familia está en peligro y todo por haber actuado a expensas de cualquier hombre.

La obra se divide en dos partes en las que Nora no es la misma mujer (o tres si contamos el tramo intermedio): una primera en la que se muestra como una niña juguetona, muñeca de su marido; una intermedia en la que es medio niña, medio preocupada, no sabe qué hacer pero oculta su preocupación. Comienza a mostrar su verdadera parte y la que simula ser; y el final en el que se muestra seria, con las ideas ya claras. Ha madurado. “Llevamos ocho años casados. ¿No te percatas de que hoy es la primera vez que tu y yo, marido y mujer, hablamos con seriedad?”

"He sido una muñeca grande en esta casa, como fui una muñeca pequeña en casa de papá. Y a su vez los niños han sido mis muñecos. Me divertía que jugaran conmigo, y a ellos les divertía verme jugar con ellos. Esto es lo que ha sido nuestro matrimonio..."

A lo largo de su matrimonio obedece constantemente a su marido. Oculta aquellas cosas que le pueden molestar. Actúa conforme al criterio del marido anulando así el suyo propio. Pero cuando, ante una situación realmente importante, ve cómo su marido no es el hombre que ella esperaba, toma la decisión que debía haber tomado hacía mucho tiempo.

El personaje de Nora en aquel entonces enseña a las mujeres que también pueden ser libres igual que ellas. Porque antes que mujeres son seres humanos y no muñecas de los hombres. El libro “Casa de muñecas”, de Henrik Ibsen fue una revolución para la sociedad y Nora un modelo a seguir.

No me gustó mucho la forma de tratar el personaje de Nora la primera mitad de la obra. Aunque el papel requiere que sea una niña caprichosa, inmadura y juguetona, creo que la interpretación era algo falsa y se podría haber realizado de una forma más sencilla y menos sobreactuada. Sin embargo, conforme avanza la obra, el personaje evoluciona y con él la interpretación y nos demuestra que el problema no es de la actriz. La iluminación falló bastante a lo largo de la obra, habiendo momentos en los que los actores estaban en la penumbra o iluminados con luces titilantes. A pesar de ello, la historia, el texto y los actores merecieron la pena. Verles desde tan cerca ayudó a que me metiera bien en la obra.

2 comentarios:

LU dijo...

Leí el libro hace muchos años y ahora con tu resumen vuelve a mi maltrecha memoria.

El otro día fui al cine a ver Cerezos en flor, que me encantó, y en la primera parte vemos a un matrimonio ya con nietos y una mujer que durante su vida no ha hecho otra cosa que renunciar...

Thabitha dijo...

Dama: la obra de Ibsen no está tan alejada del tiempo actual. Veré la película.
Bicos